7.24.2010

La incontenible furia de los cuerpos
y el estruendo permanente.

La sangre entre los charcos
y algún que otro cadáver tendido
pisado indiferente por otro combatiente
vivo
o al menos en movimiento.

Sentí la bala quemarme el costado
y el ardor insoportable
del fuego penetrándome
violando mi intimidad y mi decencia.

Seguí
no podía prestar atención a la herida
no me habían volteado
no lograron reducirme al pasto sucio
a los charcos ensangrentados.

Corrí como pude
apunté y tiré
no sé a dónde ni a quién
alguien agitaba la bandera roja
me sentí fuerte
no pensé en el olor a muerte
en la injusticia de la guerra
en el sinsentido de matar a otro hombre
miré el estandarte rojo una vez más
y a los compañeros de línea que avanzaban
me sentí a salvo
orgulloso
me persigné con los tres dedos juntos
pulgar índice y mayor
cabeza pecho derecha izquierda
viva la revolución
muera el fascismo.

CÉSAR MARTÍNEZ

1 comentario:

Anónimo dijo...

sí, la vida heroica, el trabajoso sentido que hay
darle al sinsentido.
Adela