Cada tanto amanezco en la laguna.
De este lado hay tormenta, se sacuden las ramas y parecen quebrarse,
el agua suspendida esfuma los contornos y me interno en la niebla
que se enreda entre juncos y arbustos de la orilla.
Sé que en algún momento asomará el botero.
Va y viene transportando en su bote vacío
-de pie, embozado, pálido, casi no tiene rostro,
nada pregunta, sabe que es cruzar su destino
y ahoga las palabras en sordo chapoteo.
A mitad de su viaje
en la fría quietud me tenderá los remos.
No debo conmoverme o quedaré prendida,
condenada a virar de una a la otra orilla.
Apenas sienta el choque de la quilla en la costa
saltaré donde hay luz y arena transparente.
©Gladys Lopreto
De este lado hay tormenta, se sacuden las ramas y parecen quebrarse,
el agua suspendida esfuma los contornos y me interno en la niebla
que se enreda entre juncos y arbustos de la orilla.
Sé que en algún momento asomará el botero.
Va y viene transportando en su bote vacío
-de pie, embozado, pálido, casi no tiene rostro,
nada pregunta, sabe que es cruzar su destino
y ahoga las palabras en sordo chapoteo.
A mitad de su viaje
en la fría quietud me tenderá los remos.
No debo conmoverme o quedaré prendida,
condenada a virar de una a la otra orilla.
Apenas sienta el choque de la quilla en la costa
saltaré donde hay luz y arena transparente.
©Gladys Lopreto
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