En este blog pensamos la palabra como escritura, pero hay palabra sin escritura: la oralidad, y hay escritura sin palabras: la icónica (y también hay de las dos). Se piensa en la osadía de los jóvenes o de la era tecnológica por la instalación de la escritura icónica, pero desde antiguo existió la escritura por imágenes, que tenía sus defensores porque hablaba con 'las cosas' y no con meras palabras.
Un ejemplo: la escritura jerogífica de los antiguos egipcio, pueblo arrasado por griegos, romanos, cristianos. Constituyó un enigma hasta que en el siglo XV se descubrieron los Hieroglyphicà de Horapolo, difundido como el Corpus Hermeticum, al que se le atribuyó una antigüedad mayor de tres mil años; fue vinculada al divino Hermes Trimegisto, y aunque en lenguaje arcano, se la consideró fuente inagotable de sabiduría.
La cultura y tradiciones egipcias fueron destruidas, pero la escritura sagrada siguió siendo practicada por los sacerdotes en los recintos de los templos, apartados del mundo, como único depósito de una sabiduría y una identidad perdidas. Así, mucho después, su lengua se presentaba como una lengua perfecta a los ojos de los últimos sacerdotes de una civilización que se estaba apagando en el olvido…
Dejaron textos que para el esoterismo se siguen teniendo como fuente de sabiduría, en un lenguaje ajeno al hombre común. ¿Cómo fue ese proceso, qué paso? Lo encontramos, explicado en Umberto Eco, cliqueando el título.
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